Cheryl Eckard, que se dedicaba a supervisar la calidad de los productos de Glaxo, logra así la mayor compensación dada en Estados Unidos a un chivato, como se llama a quienes sacan a la luz irregularidades en sus compañías. Eckard denunció las prácticas de la empresa porque temió por la seguridad de los pacientes. Comunicó el problema que había en la planta portorriqueña a sus superiores tras visitar las instalaciones en 2002. A mediados de 2003 fue despedida. (...)
El caso tiene su origen en una demanda presentada en 2004 por la antigua empleada de la farmacéutica británica. Ahora, tras el pacto, tiene derecho a reclamar una compensación próxima al 12% del valor total de la multa. EE UU premia a los individuos o entidades que denuncian y aportan pruebas de fraude.
"Los medicamentos adulterados minan la integridad del proceso de aprobación que sigue la agencia del medicamento (FDA en sus siglas en inglés)", dijo Tony West, del Departamento de Justicia. Y reiteró que la comercialización de tratamientos que no cumplen los estándares o que son ineficientes pueden poner potencialmente en riesgo la salud de los pacientes que los consumen." (El País, 28/10/2010, p. 38)
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