16.4.10

La población apenas percibe el perjuicio directo del enriquecimiento de los cargos públicos

"Por eso, cuando surge un gran escándalo de corrupción vinculado a altos cargos de un partido político, la principal preocupación de sus estrategas no siempre tiene como principal prioridad limpiar su imagen, sino más bien ensuciar la de su principal contrincante en las urnas. Este tipo de comportamientos, que están muy generalizados, según sociólogos y politólogos especialistas en el análisis de estos temas, deterioran enormemente la imagen de toda la clase política. "Todos los políticos son unos corruptos".

Esta tan manida como devastadora afirmación, para la política y para la democracia, se usa alegremente en la calle para poner en tela de juicio la gestión de todos los que acceden al poder. La presunción de inocencia se convierte así en el sentir popular en presunción de culpabilidad y el político se ve al final abocado a demostrar que no roba. (...)

"Un caso así afecta a la imagen de todos, pero la ciudadanía sabe distinguir. En una encuesta reciente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre el tema quedó claro que la gente ve ahora más corrupto al PP que al PSOE, incluso los votantes del PP" (...)

"No obstante", prosigue Villoria, "los políticos o la clase política son el tercer problema más importante para los españoles. Y este último dato surge a partir, sobre todo, del caso Gürtel y de la suma de casos de corrupción urbanística que se condensan a finales del 2009. Cuando la corrupción política aparece en primera página de la prensa de forma continua, una de las consecuencias es ésta, que la clase política se convierte en problema". (...)

El mensaje de que ha habido corrupción, presunto enriquecimiento ilícito mediante la utilización de cargos y fondos públicos, llega a la población, pero en la mayoría de los casos los ciudadanos lo perciben como casos ajenos a ellos, a su vida, señalan los analistas. No acaban de ver que dar una concesión de un terreno urbanizable por un valor inferior al real repercute en las arcas públicas del ayuntamiento correspondiente, lo que supone un perjuicio directo para los ciudadanos de ese municipio.

Se deja de ingresar en él dinero que se dedicaría a la sanidad, la educación o las carreteras de todos para destinarlo a fines ilícitos, del enriquecimiento individual a la financiación de una organización privada, como es un partido político.Esta baja percepción de las consecuencias de esta corrupción en la vida de los ciudadanos es uno de los factores que hace que el voto apenas se mueva. Al menos a corto plazo. A largo, la razón por la que se mueve suele ser el hartazgo.La estrategia de los partidos ante estos casos corruptos es diferente según el tamaño de la institución y el poder que tenga. (...)

"El ciudadano sí deduce cuándo un comportamiento es inmoral, indecente, aunque no conozca los detalles del caso", opina Hernando. "La gente intuye que la perjudicada por estos casos es toda la ciudadanía". (...)

A pesar de las explicaciones de los portavoces de los dos partidos mayoritarios, Lizcano insiste en que "el control interno de los partidos es manifiestamente mejorable y, de hecho, la nueva ley de financiación de los partidos les exige un mayor control interno". Y remite al último informe del Grupo de Estados Europeos contra la Corrupción (conocido como el Greco), que "pone de manifiesto que hay todavía lagunas en la legislación española, resalta que no existe suficiente información y tampoco un adecuado control en las fundaciones y empresas vinculadas a los partidos". Y añade Lizcano otra pega: "Se exige fundamentalmente control a nivel agregado o nacional, sin que los partidos informen sobre sus cuentas en las entidades locales, que es donde radican en muchas ocasionen los casos de corrupción, sobre todo urbanística".

El experto internacional en temas de corrupción y Gobierno Víctor Lapuente hace un detallado análisis desde el departamento de Ciencia Política de la Universidad de Gothenburg: "A nivel comparado, con independencia del contexto sociocultural y económico o de la ideología del partido, es frecuente encontrar sistemas políticos donde la corrupción tiene efectos electorales muy limitados. Pero parece que los medios de comunicación juegan un papel importante para limitarlo".

"La idea es que la corrupción daña lo más vulnerable y esencial para el desarrollo social, económico y político de un país, que es la confianza, tanto en las instituciones públicas, de lo que se habla bastante, como en el resto de nuestros conciudadanos, de lo que se habla muy poco, a pesar de que es importante. Lo que se denomina 'confianza social' (un concepto controvertido, pero muy relevante en ciencias sociales) se erosiona gravemente. La razón es que el hecho de que los agentes públicos sean corruptos, en lugar de imparciales, actúa como una señal para los ciudadanos de cuáles son las reglas de juego en la sociedad. Ello conlleva a un deterioro de las interacciones humanas, que genera efectos negativos, tanto económicos como sobre casi cualquier ámbito de la vida".

Los estudios corroboran estas afirmaciones. Los especialistas Holmberg, Rothstein y Nasiritousi, analizaron y resumieron en 2008 decenas de estudios sobre los efectos de la corrupción en hasta un centenar de países. En sus conclusiones se puede ver cómo la corrupción presenta unas correlaciones altísimas con todo lo malo que le pueda pasar a un país. Así, el resultado es que la corrupción lleva en muchos casos a estas consecuencias: menos crecimiento económico y menor renta per cápita; más paro; más desigualdad económica (la corrupción afecta más a los más desfavorecidos); menos esperanza de vida y menor percepción subjetiva de salud; peores indicadores de sostenibilidad medioambiental, y menos Estado del Bienestar en general. (...)

"No hay una conexión automática o espontánea entre revelación de corrupción y castigo electoral", coincide. "Hay toda una serie de factores o condiciones que median en esta relación. Si falla alguna de ellas, la conexión quiebra y puede no haber castigo. Las razones pueden ser muy diversas. Pero con mucha frecuencia (y este parece ser el caso en Valencia o en Murcia), la gente no es capaz de visualizar que exista realmente una alternativa creíble de gobierno. En esos dos casos, el PSOE ha estado inmerso en una interminable y demoledora batalla interna que los desacredita como opción de gobierno, lo que ha dejado un margen de actuación formidable para el PP". (...)

En relación con el control interno de los partidos, aporta la perspectiva internacional Víctor Lapuente: "El control interno de los partidos falla porque hay incentivos muy poderosos a no desvelar la corrupción de tus compañeros de partido. A diferencia de en otros países de nuestro entorno, los partidos en España son 'unidades de destino en lo universal' donde la lealtad, entendida en términos más personales que ideológicos, es un valor supremo". ¿Y qué pasa en el caso de que se produzcan los disensos internos dentro de un partido, tengan o no que ver con la corrupción? "Entonces es curioso ver que, mientras en otros países los partidos parecen dividirse un poco más de acuerdo con posicionamientos ideológicos -por ejemplo, se habla de 'el sector más liberal' frente al 'sector más conservador'-, en España, la lealtad interna parece que está más basada en relaciones personales -por ejemplo, zaplanistas o zapateristas, aguirristas o guerristas-", concluye.

Al poner ejemplos de otros países del entorno de España, todos los especialistas miran con mayor preocupación hacia la bota del mapa: "El caso más dramático de escándalos continuos de corrupción en una democracia avanzada es el de Italia", en palabras de Manuel Villoria. "La respuesta judicial se llamó mani pulite y no está de más compararlo con la España actual". (El País, ed. Galicia, Vida y artes, 15/03/2010, p. 32/3)

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